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Nov 08

Cultivos transgénicos y la exageración del conflicto de interés

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Una crítica muy frecuente hacia los cultivos genéticamente modificados (GM), cada vez que éstos se mencionan, consiste en asociarlos automáticamente a cierto grupo de grandes empresas, y también a afirmar que prácticamente todo estudio de bioseguridad sobre cultivos GM ha sido financiado y/o llevado a cabo por alguna de estas compañías. ¿Es esto verdad? ¿O es sólo una exageración por mero desconocimiento?

Si bien es real que desde que se inició la comercialización de cultivos GM (a mitad de la década de los 90’s) un par de empresas se impusieron invirtiendo bastante en la investigación y desarrollo de cultivos GM, desde entonces éstos han sido desarrollados por muchas otras entidades como universidades, centros de investigación independientes, empresas pequeñas, organismos estatales, entre otros, y en todos los continentes.

Es interesante que grandes países en desarrollo como China, India y Brasil y otros de menor magnitud como BangladeshFilipinas y la socialista Cuba, además de 14 países africanos, están apostando fuertemente por el desarrollo de cultivos transgénicos con fondos públicos a través de organismos o empresas estatales para solucionar diversos problemas de sus propios agricultores. Cada uno de estos países lleva a cabo estudios de bioseguridad, en términos de salud y medio ambiente. ¿Entonces por qué decir que todos los estudios son financiados por empresas?

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Cultivos genéticamente modificados por tipo de desarrollador y fase de desarrollo en 2008 y 2014. Se observa como nuevas empresas privadas y las instituciones públicas cada vez más desplazan a las grandes empresas en las etapas de regulación e investigación y el desarrollo avanzado. (Parisi et al, 2015).

Cabe mencionar que hay más de 2000 estudios que apoyan la seguridad de los cultivos transgénicos, una cifra conservadora basada en varios meta-análisis y revisiones llevados a cabo en Estados Unidos y Europa [1][2][3][4][5][6][7]. Aproximadamente la mitad de la investigación global en la materia es de financiamiento independiente (sin fondos de empresas privadas). Esto se puede observar, por ejemplo, a través de GENERA (GENetic Engineering Risk Atlas): una base de datos independiente administrada por científicos del sector público estadounidense, que tiene el objetivo de recopilar y clasificar publicaciones científicas revisadas por pares que abordan el riesgo de los cultivos GM. Actualmente tienen agrupadas más de 1200 publicaciones, y tras su fase de prueba beta, en la cual se analizó el conflicto de interés de 400 publicaciones seleccionadas al azar, se determinó que la mitad fueron financiadas en su totalidad por agencias gubernamentales (principalmente de Europa y Asia, seguido por Norteamérica y Oceanía) y organizaciones independientes sin ánimo de lucro.

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En esta misma línea, hay una revisión que un investigador chileno publicó en Nature Biotechnology en 2015, en el cual analiza el conflicto de interés (COI) de casi 700 publicaciones de importancia sobre seguridad alimentaria de cultivos transgénicos (publicados entre 1993-2014). El resultado demostró que un 58,3% (406 papers) del total de publicaciones, no tenía COI tanto de afiliación profesional del autor, como del origen del financiamiento del estudio. En categorías como «efectos no intencionales», «procesamiento», «potencial alergénico» y «digestibilidad» las cifras fueron de un 77,9%, 77,8%, 71,7% y 69,2% respectivamente de publicaciones sin COI.

Además, el investigador afirmó que el análisis de estos casi 700 estudios “deja claro que los cultivos transgénicos han sido ampliamente evaluados en riesgos potenciales y que las tecnologías de modificación genética basadas en ADN recombinante no tienen un riesgo mayor que otros tipos de modificación genética”.

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Diversos cultivos transgénicos desarrollados alrededor del mundo por universidades, instituciones públicas, empresas locales, entre otros.

Por otro lado, hay declaraciones públicas de más de 270 organizaciones independientes e instituciones científicas (la mayoría de ellas en Europa) que reconocen públicamente la seguridad y los beneficios de los cultivos transgénicos. Estos incluyen todas las academias científicas en América del Norte y del Sur y Europa y la mayoría de las academias de ciencias de Asia y África.

Como mensaje final, quisiera dejar claro que no debemos confundir la ingeniería genética (la tecnología que nos permite producir cultivos transgénicos) con una empresa en particular. Estas son dos cosas totalmente diferentes. Además, no debemos caer en el sensacionalismo de algunos medios de comunicación que sólo ayudan a difundir mitos e información equivocada sobre el tema.

Desafortunadamente, la oposición a esta tecnología sólo contribuye a crear mayores obstáculos y regulaciones que impiden o dificultan la entrada de nuevos desarrolladores públicos y privados y, paradójicamente, deja el campo sólo a los “grandes jugadores” que tienen el capital para soportar largos y costosos procesos regulatorios.


Recomendado: Acerca de esos estudios [sobre transgénicos] financiados por la industria…


 Documentos de consulta recomendados sobre cultivos GM


 

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